Haiti puede ser un buen negocio
Monday, January 18th, 2010
Detrás de cada catástrofe se moviliza toda la solidaridad, comprensible y necesaria. Aviones con ayuda humanitaria, fletados por Gobiernos, cargamentos de medicina, agua potable, llevados hasta la zona devastada por ONG que han recibido dinero de ciudadanos conmocionados por las horrendas imágenes y relatos que les llega desde los medios de comunicación… El mundo se vuelca estos días con Haiti.
Pero dentro de esta catástrofe, como pasó con el Tsunami de 2004, o el huracán Katrina, siempre hay un buen negocio detrás. Como indica Naoimi Klein en La Doctrina del Shock , la conmoción que genera los desastres naturales o zonas arrasadas por guerras es aprovechada para hacer negocios y/o crear un ambiente propicio para ellos: la sociedad, la opinión pública, está demasiado conmocionada para reaccionar ante una recorte de derechos, ante una invasión por “razones humanitarias” y no protesta al ver cómo sus donativos/impuestos van a manos de contratistas privados que van a trabajar en pro de la reconstrucción.
Jeffrey D. Sachs, director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia, estima en un artículo que publica el The Washington Post que Haiti necesitará 14.000 millones de dólares al año para hacer frente a esta catástrofe. Actualmente, Haiti, uno de los países más pobres del planeta, recibe 300 millones de dólares de la comunidad internacional. Da pistas de quien puede acudir a gestionar ese dinero: desde las ONG, pasando por contratistas privados, hasta llegar a empresas chinas (o el mismo Gobierno chino), que se están especializando en construir infraestructuras por los países africanos a un ritmo de vértigo, trayendo hasta los obreros de China. Omite Sachs que esto no lo hacen por amor al arte, sino como tratos comerciales de intercambio de materias primas a cambio de construcción de infraestructuras.
El ambiente es tan propicio para el negocio que existen empresas privadas especializadas en rescates de víctimas en zonas de catástrofe. Así, el equipo va enviado no a rescatar a personas (como los bomberos que envían los estados), sino a rescatar a alguien en concreto. Un ejemplo haitiano: un grupo de estudiantes de la Universidad de Lynn (Florida, EE UU) se encontraban en Haití, participando en un programa de cooperación. Ante la falta de noticias de sus alumnos, el centro educativo ha decidido contratar a una empresa privada ( parece ser que Red24, que ya opera en la zona), especializada en rescates.
El negocio en estas situaciones de crisis no es algo casual e improvisado. La International Peace Operations Association (IPOA) engloba a unas 60 compañías privadas especializadas en el negocio de las llamadas operaciones humanitarias. Estas compañías (entre las que llegó a figurar Blackwater) no son ONG sin ánimo de lucro, sino todo lo contrario. La IPOA ofrece en su página web los contactos de las distintas empresas que están listas para actuar en Haiti, desde empresas especializadas en temas de seguridad que venden sus servicios contra los repetidos pillajes (como puede ser Triple Canopy), empresas especializadas en suministros de equipos médicos, o empresas dedicadas a proporcionar transporte aéreo, desde helicópteros a aviones para hacer llegar los suministros. La privatización no solo afecta a las guerras, sino sobre todo a la llamada ayuda humanitaria. La paradoja es que empresas que operan en el sector de la guerra, son las mismas que se ofrecen en el sector de la ayuda.