Guerra y Paz

autor

Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

  • February 2007
    M T W T F S S
     1234
    567891011
    12131415161718
    19202122232425
    262728  
  • Buscar

  • CATEGORÍAS


  • ARCHIVO





  • ADMINISTRACIÓN

  • Instagram
  • Twitter

Los pífanos del siglo XXI

Moeh Atitar de la Fuente - Saturday 10 de February de 2007

El pífano es tanto el nombre de un tipo de flauta, como de quien la toca. Ha sido un instrumento esencialmente militar, que, junto al tambor, marcaba el ritmo a la tropa durante la batalla, al tiempo que servían de elemento de comunicación. Estos músicos-soldados se solían colocar en la avanzadilla, y por tanto era los que probablemente caían primero en combate.
Si bien es cierto que obtenían una mayor soldada que el resto de sus compañero, también era usual que el pífano fuera un niño proveniente de una baja clase social o un huerfano cuya única salida era alistarse con las tropas. Nada tenía que perder más que la vida.
Quien mejor ha reflejado esa mirada de niño acobardado antes de entrar en la batalla ha sido Édouard Manet en el cuadro titulado precisamente Pífano. La mirada del niño lo dice todo.

El Pífano fue exibido en el Salón de París en 1860; otro genio, como un joven Zola, fascinado por el cuadro, lo defendió en un artículo periodístico.

Concebimos – y bien está hecho por nuestra parte – que la infancia debe de ser ajena a la guerra. Sin embargo, son las victimas más vulnerables de los conflictos armados. En muchos lugares, la infancia, además de ser víctimas se convierten en actores de esas guerras, y combaten en los ejércitos regulares e irregulares de distintos bandos: son los niños de la guerra.
En esta semana que dejamos atrás se han reunido en Paris 60 representantes de distintos países, comprometiéndose a poner no usar a los soldados niños en la guerra. Un avance reciente ha sido el juicio del Tribunal Penal Internacional contra el líder de la milicia Unión de Congoleses Patriotas, acusado de reclutar a niños soldados.


Herfried Münkler, quizá una de las mayores autoridades sobre conflictos armados actuales, escribe en su libro Viejas y nuevas guerras:

El hecho de que los niños, muchos de los cuales tienen menos de catorce años, pueden ser empleados en combates, tiene que ver con el desarrollo técnico de las armas de fuego ligeras que cada vez pesan menos, al tiempo que aumenta claramente su frecuencia de disparos; algunas tienen el aspecto de haber sido fabricadas más para niños que para adultos. Por tanto, es posible utilizar como combatientes a niños sin una formación militar ni entrenamientos prolongados. Su conciencia del riesgo, comparativamente poco desarrollado, y su relativa falta de exigencias, los convierten a la vez en el más eficaz instrumento del uso de la violencia. Los jemeres rojos de Camboya se sirvieron de estos niños no menos que los distintos grupos de combatientes afganos y las bandas de casi todas los señores de la guerra del África negra. Para los adolescentes, la posesión de un arma es a menudo la única posibilidad de conseguir comida y ropa, o apoderarse por la vía más sencilla de los ansiados bienes de consumo y los símbolos de condición social.

Los pífanos del siglo XXI no están para tocar la flauta, sino para disparar un arma ligera adapatada a su peso y medida, fabricadas y diseñadas lejos de esos campos de batalla.