Hijo de puta
Sunday, May 26th, 2013
“Si entre todos no las ayudamos a denunciar, seguirán muriendo. La confianza que tengan con nosotros, en la sociedad, tiene que ser más grande que el miedo que le tienen al hijo puta que las mata”, Gonzalez-Pons dixit; el auditorio aplaudió.
No creo que el señor Gónzález-Pons sea un machista; o que lo sea por esto más que yo, que uso el calificativo ‘hijo de puta’ alguna que otra vez. Pero reconozcamos que es significativo, paradójico, estrafalario, paradigmático o algo por el estilo, que un responsable político arremeta en público y desde un atril contra el machismo, el machismo que mata, que asesina, con uno de los insultos más machista: mentar a la madre con la ofensa. El insulto se lo lleva la mujer, y si acaso el receptor se ofende por no saber quién es el padre. Pero puta la madre, que es la misma que se lleva los moratones. ¿Me explico?
Tenemos metido en el tuétano de nuestro idioma estos dejes machistas. Todos. Allí esta frase que dijo un día Jesús Gil: “No todos los periodistas son unos hijos de puta; no todos”. En Carrusel la meten siempre que pueden y pueden con mucha frecuencia. Gil siempre le soltaba pullas a periodistas, como aquel día de hace muchísimos años que un periódico metió en primera edición una publicidad pagada por el propio Atlético de Madrid en la que ponía a caldo a varios periodistas, entre ellos a varios directivos de ese mismo diario. Nadie había leído el comunicado en forma de publicidad, pero la sangre, el despido, no llegó al río, porque entonces se despedía poco o nada.
Al mundo del deporte y aledaños le encanta usar siempre que se puede la expresión. Resuena en mi cabeza este vídeo de 40 segundos en el que un grupete de aficionados increpaba Mourinho al salir de la Ciudad Deportiva. Soberbia esa realización de AS para que quede claro el insulto, con repeticiones a cámara lenta, muy lenta, lentísima, para que se desfigure ese ‘hijooo de putaaaa’. Véanlo que no tiene desperdicio.
Llevamos usando este insulto desde lontano. Y no siempre de manera despectiva. El bueno de Sancho lo explicaba:
Y diciendo esto, se la puso en las manos a Sancho, el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y, en acabando de beber, dejó caer la cabeza a un lado, y dando un gran suspiro, dijo:
-¡Oh hi de puta, bellaco, y cómo es católico!
-¿Veis ahí -dijo el del Bosque en oyendo el hi de puta de Sancho- cómo habéis alabado este vino llamándole hi de puta?
-Digo -respondió Sancho- que confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle. Pero, dígame, señor, por el siglo de lo que más quiere: ¿este vino es de Ciudad Real?
-¡Bravo mojón! -respondió el del Bosque-. En verdad que no es de otra parte, y que tiene algunos años de ancianidad.
No solo los hispanohablantes los que tiramos de ‘hijo de puta’. “He is may be a son of a bitch, but he’s our son of a bitch”, o algo así como “es posiblemente un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. No se sabe a ciencia cierta quién la soltó por primera vez, pero hay quien señala que fue Franklin D. Roosvelt que la usó para referirse al dictador Anastasio Somoza. Luego se habrá soltado muchas veces porque EE UU no ha parado de tener ‘sus hijos de puta’. Y queda siempre muy fresca en una pieza de análisis sobre el dictador de turno al que se le he ayudado y protegido por la realpolitik.
Seguiremos todos usando a diestra y siniestra la expresión, que en el fondo no significa otra cosa que el insultado no sabe quien es su padre, y ya saben que en esta sociedad de machos lo importante es saber de dónde procede el espermetozoide. Metido lo tenemos hasta en el tuétano.
Al menos yo después de estas reflexiones hago propósito de enmienda para usar el término ‘hijo de puta’ al modo de Sancho, y con el perdón de las putas, que qué culpa tendrán ellas.
Esta es una buena hija de puta. Y este era otro hijo de puta: