Apuntes sobre le bombardeo en Libia
Moeh Atitar de la Fuente - Tuesday 22 de March de 2011
El eterno dilema Hablábamos hace unos días de la cuestión del intervencionismo. Hay quien quiere recuperar el llamado ‘No a la guerra’ que nació de la guerra de Irak, si bien la situación, el contexto, la justificación y consenso internacional son bien distintos. ‘El no a la guerra’ se entiende, por unos, como un rechazo a cualquier intervencionismo. El argumento más repetido es que por qué no se interviene en otras zonas donde se están atropellando al mismo nivel que en la Libia de Gadafi. Añaden que todo es cuestión de intereses, como si los intereses no tuvieran que contar.
Por partes. En Irak se fabricaron las causas para ir a la guerra (las armas de destrucción masiva); los mismos (o sus hijos) que en el año 91 tuvieron a tiro a Sadam, lo dejaron en el poder, pese a que el sur se levantó contra el dictador y nadie les apoyó; en Libia hay una fuerza desproporcionada de Gadafi contra una milicia popular. ¿Deberíamos de abrir un calendario de intervencionismo contra todo dictador? Antes de eso podíamos exigirle a nuestros gobiernos y representantes políticos que no le bailen el agua a tanto dictador suelto (un ejemplo, la visita de Bono a Guinea Ecuatorial). Si fueran sinceros nos dirían que todo es cuestión de intereses; pero algo que hay que aprender de todas estas revueltas sociales y políticas en el mundo árabe es que la presión a los dictadores debería ser una política de las democracias.
El fantasma afgano de los años 80 Cuando el enemigo era el comunismo, EE UU no dudó en apoyar a una amalgama de grupúsculos en Afganistán; pero lo hizo sin dar la cara, sin apostar por unos o por otros, situación que fue bien aprovechada por Bin Laden y los talibanes. El fantasma de Al Qaeda ha sido azuzado por Gadafi en todos sus discursos. Como señalábamos hace unas semanas, Bengasi fue el origen de muchos combatientes de Al Qaeda con destino a Irak. Es impensable que ahora se sustraigan de la realidad de su pueblo, de su ciudad, pero presuponer que todos son o pertenecen a Al Qaeda hay un trecho bien largo. Como sucedió en Afganistán, terceros países (Egipto o Arabia Saudi, según diversas informaciones) son los que están armando a esa resistencia popular. Francia y Reino Unido reconocieron a los rebeldes como legítimos interlocutores, quizá precisamente en querer cerrar las puertas a estos últimos.
OTAN. EE UU quiere que la Alianza Atlántica tome el mando; lo haría, como siempre un general estadounidense; solo cambiaría el ropaje, la apariencia de no ser ellos los que deciden; Francia no quiere que la OTAN tome el mando. Dice el Gobierno francés que no son los países árabes no quieren el mando de la Alianza. Es histórica la desavenencia de Francia con la Alianza; París ha querido ser siempre el contrapeso, la vanguardia hacia una política de defensa común europea, cuya principal escoyo es la Alianza, que ya cumple esa función de defensa, con el liderazgo de EE UU. Hasta la llegada de Sarkozy, Francia estaba fuera de la estructura militar de la OTAN, por una disputa que duraba décadas. Turquía y Alemania, por razones bien distintas, tampoco quieren que la Alianza, de la que forman parte, tome el protagonismo de la misión. Mientras Berlín se ha mostrado en contra de la intervención (los negocios imperan en Trípoli), Ankara quiere jugar la baza de intermediario y líder en el mundo musulmán y es un canal directo con el gobierno de Gadafi. A todo este cóctel, le sumamos a la Italia de Berlusconi, que amenaza con retirar sus bases del operativo si no se establece claramente quién manda.
Estando a favor de pararle los pies a Gaddafi y alegrándome del día que sea apartado del poder creo que aquí Occidente y sus aliados se han metido en un pequeño lío.
La resolución 1973 tiene como objetivo defender a la población. Lo que se ha conseguido de momento es obligar a las fuerzas de Gadafi a retirarse al sur de Bengasi hasta Ajdabiya. Pero los rebeldes no tienen fuerza suficiente para lanzar una campaña hacia el oeste. Es decir, tenemos una situación estancada. ¿Cual va a ser la solución política a esta crisis? ¿Partición del país? ¿Negociación entre los dos bandos? ¿Una invasión en toda regla para desalojar a Gadafi del poder? ¿Armar y entrenar a los rebeldes para que dentro de un tiempo lanzan una ofensiva final?
El Wall Street Journal informó que Egipto estaba suministrando a los rebeldes. De momento no se ha visto nada en el frente de batalla que no provenga de los arsenales del ejército libio: Ametralladoras pesadas DShk y KPV, cañones sin retroceso M40 como el de la foto, lanzagranadas RPG, misiles SAM portátiles (que no saben manejar), cañones antiaéreos ZU-23 y fusiles de asalto AK y FN FAL. Lo que necesitan desesperadamente los rebeldes son misiles anticarro… y gente que los sepa manejar.
Sobre el origen de la yihad afgana: No hay que mezclar a los muyahidín de los años 80 con los talibán de los 90. Son dos fenómenos diferentes. Robert D. Kaplan describe la atmósfera en Peshawar en aquellos años en “Soldados de Dios”. Por allí aparecieron mercenarios, aventureros, periodistas, espías y oportunistas mientras los representantes de los distintos grupos afganos trataban de trincar ayudas y apoyo externo. Había hasta monarquistas nacionalistas pashtunes. La resistencia soviética no fue una empresa monolítica.
Al Qaeda no surgió entre los grupos apoyados por EE.UU., cuya ayuda militar y económica fue siempre canalizada a través del ISI pakistaní. Surgió de los voluntarios árabes organizados al margen. Imagínate ser un voluntario árabe proveniente de un suburbio de Argel o El Cairo y te mandan a convivir con un grupo de montañeses pashtunes cuyo idioma no hablas y cuyos hábitos higiénicos, culinarios y sexuales te repugnan. Ya en aquel entonces hubo roces porque niños de papá saudíes acudían a hacer “turismo de guerra” y algunos grupos árabes iban “a su puta bola”.
Es una historia larga, como se puede ver por el rollo que he soltado.
Totalmente de acuerdo contigo, Lobo, con lo de Afganistán. De hecho yo escribo: “EE UU no dudó en apoyar a una amalgama de grupúsculos en Afganistán [mujahidines, por simplificar, que se dieron de leña entre ellos sin parar]; pero lo hizo sin dar la cara, sin apostar por unos o por otros, situación que fue bien aprovechada por Bin Laden y los talibanes”. No digo que EEUU financiara a Bin Laden, un error muchas veces repetido. De hecho, bien sabes que el origen del término Al Qaeda es ese listado de combatientes árabes que al pasar por Peshawar se inscribían en una lista, a modo de base de datos…
Y luego está lo de “igualar las fuerzas”: la intervención le quita a Gadafi la superioridad aérea, pero corremos el riesgo de que esto se enquiste. La intervención ya está pero, ¿cómo se sale de ella?
¿Escribí “monarquistas”? Jopé con los monárquicos pashtunes.
Una de las dudas que me rondó durante años es ¿por qué EE.UU. terminó apoyando a los islamistas afganos? Y la conclusión que saqué fue que era la única opción que les dejaron los pakistaníes.
Ahmed Shah Massoud estaban demasiado lejos de las rutas de suministro que partían de Pakistán. Los nacionalistas y monárquicos pashtunes se consideraban un potencial boomerang que le terminara estallando a Islamabad. Quedaban los islamistas que Zia-ul-Haq pretendía usar para incrementar sus credenciales de “campeón del Islam”.
El ISI manejó el asunto porque la CIA había salido bastante quemada de Vietnam y de implicarse a fondo en un conflicto. Y todavía se sigue diciendo que los intereses del ISI en Afganistán no son necesariamente los estadounidenses.
La historia es que las decisiones de principios de los 80 terminaron teniendo consecuencias imprevistas. Hay quien ahora dice que Occidente apoya en Libia a la gente equivocada. Yo creo que lo equivocado es apoyar a dictadores que mantengan la bota sobre la población. Ahí sí que está la clave de muchos desastres.
No sé si viste esto:
Fabio Bucciarelli: “La falta de preparación militar de los opositores a Gadafi es determinante en esta guerra”