Guerra y Paz

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Moeh Atitar de la Fuente

Periodista, fotógrafo y blogger. Más sobre el autor.

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Archive for October 5th, 2008

Generation Kill, o la cruda guerra

Sunday, October 5th, 2008

Escribimos aquí — sin ver la serie — sobre Generation Kill, el éxito de HBO sobre la guerra de Irak. El martes llega a España, donde la emitirá Canal +.

Con la serie ya vista, podemos escribir: Los primeros días de la guerra de Irak es el escenario de esta trepidante serie; a lo largo de cuarenta jornadas, la serie sigue a un batallón de soldados estadounidenses, desde la aburrida estancia con sus preparatorios en Kuwait, hasta el inicio de la invasión de Irak. Para ello la HBO versionó el homónimo libro del periodista Evan Wright, empotrado durante estos primeros días con la compañia Bravo de los Marines, para escribir un sensacional reportaje en la revista Rolling Stone. En el primer capítulo de la serie, Wright, es recibido por la tropa de manera reacia, para marcar terreno, hasta que el reportero se los gana diciendo que ha escrito para la revista pornográfica Hustler. A los soldados les importa un bledo las noticias que llegan sobre los preparativos de la guerra (por la radio, escuchan sin mucho ánimo como Bush se ha reunidon con el primer ministro español José María Aznar), y están más pendientes de los rumores sobre el asesinato del novio de Jennifer López y de practicar ejercicios de defensa personal.

Pero Generation Kill no es una serie que trata de un periodista que se va con la tropa a la guerra. Es la historia humana, digna e indigna a la vez, de un grupo de jóvenes que se van a la guerra. En la versión original, los insultos fluyen, tanto como la droga como el fuego a veces gratuito y la testosterona Y es precisamente lo que buscaba trasmitir el autor del libro, cuya tesis fundamental es que la generación que ha ido a la guerra de Irak estaba ya de por si desarraigada. La serie tiene diálogos que recuerdan a los de Tarantino, y personajes que parecen sacados de la Chaqueta Metálica, como el sargento que va recorriendo la base para que los soldados se recorten el bigote o vayan con la camiseta bien metida en los pantalones.

Con motivo del estreno de la serie en Canal +, Guillermo Altares escribe esta reseña — El inquietante atractivo de la guerra —  en El País:

En el Bagdad de los saqueos, cuando un periodista compartía unas cervezas con soldados de EE UU, era frecuente que acabasen enseñándole los vídeos grabados durante su avance por la tierra de los dos ríos: y eran puro Generation kill. A veces retrataban el combate en medio de un ambiente de bromas de campamento de verano, otras eran escenas salvajes. Esta serie ha captado esa autenticidad, la guerra vista desde los ojos de una generación que, como escribe Evan Wright, refleja una “nación que se hundió desde el estado de gracia de Camelot (la Casa Blanca en la época de John Kennedy) hasta la vergüenza del Watergate, unos jóvenes que entraron en Irak con la idea de que las grandes mentiras son tan esenciales para el Estado como los impuestos”.

Es una serie capaz de reflejar la pequeña historia de los soldados, la confusión de la batalla, el horror absoluto de la guerra, la locura de la violencia desatada, pero también la fascinación que todo aquello nos produce. Porque, como afirma un fotógrafo en el libro de Michael Herr: “¡Quitarle encanto a la guerra! Bueno, dime, ¿cómo coño vas a poder hacer eso?… No puedes quitarle atractivo a eso, es como intentar quitárselo al sexo o a los Rolling Stones”. Cualquier muchacho de Generation kill subscribiría esta enloquecida declaración de principios.

En la página web de Canal + podéis ver alguna de las pildoritas de esta serie. Es curioso que el cine solo se haya acercado tímida y tangencialmente a la guerra de Irak, mientras la TV — HBO — pone de esta manera el acento, tirando el mito del soldado héroe con el que también se ha justificado desde la administración Bush la guerra.

Historia de una fotografía: Gloria Swanson por Steichen

Sunday, October 5th, 2008

Si tuviéramos que elegir al fotógrafo más representativo del siglo XX, Edward Steichen estaría sin duda en la terna final de candidatos. Steichen (nacido en Luxemburgo en 1879, pero trasladado junto a su familia a EE UU con apenas tres años) fue primero seducido por la pintura, antes de descubrir a los 16 años la fotografía; primero como paisajista y retratista, luego fotógrafo en la Fuerza Área de EE UU en la Primera Guerra Mundial y director artístico de la Navy en la Segunda Guerra Mundial; y entre medias fotógrafo de moda y uno de los creadores del glamour fotográfico del star system de Hollywood, sin olvidar su cargo de conservador en el MOMA.

Todos las biografías de Steichen señalan a la revista Camera Work como una de sus primeras influencias. Fue fundamental, sin duda, su relación con el padre de la publicación, Alfred Stieglitz, uno de los primeros grandes de la fotografía al que se le había metido entre ceja y ceja conseguir que la fotografía fuera considerada arte. Su pupilo — si se puede considerar que Steichen fue tutelado en algún momento — fue coherente hasta el fundamentalismo: si el principal rival de la fotografía era la pintura, en 1923 deja atrás la brocha y quemaba todos su cuadros. Veinte años antes ya había logrado hacer uno de los mejores retratos de la historia al escultor francés Rodin, y se había colocado a un nivel tan alto que una de sus fotografías, tomada en 1904, hoy es la fotografía más cara del mundo.

Glamour. Y llegó el cine, la moda… Las revistas, los magazines, se pusieron al servicio del star system. Revistas como Vogue y Vanity Fair (esta última nacida en 1913) popularizan los sueños de actores. La fotografía juega un papel esencial en este juego de acercar el glamour, que se convierte en un producto de masas. Y al servicio de este juego se pone Steichen, según dicen algunos, para pagar las facturas y la educación de sus hijos tras el divorcio de su primera esposa, pero sobre todo para hacer arte: en 1923 ficha por las publicaciones Condé Nast, entre las que se encuentra precisamente las revistas Vogue y Vanity Fair. “¡Hagamos de Vogue un Louvre!”, era la máxima de Steichen. Y sin ser un experto en moda, uno si que se puede llegar a dar cuenta que Steichen logró que el modelo no eclipsara a la vestimenta, y que la vestimenta tuviera su lugar en el modelo.

La fotografía y la modelo. Gloria Swanson pertenece al nacimiento del star system, donde el cine aún mudo es ya un fenómeno de masas. La actriz da que hablar tanto dentro como fuera de las pantallas por su relaciones amorosas. De la mano de Cecil B. de Mille,  Swanson consigue llevarse el titulo de mujer fatal, siendo en esto también primeriza. Contrato mediante en 1920 con la Paramount, Gloria Swanson es ya la estrella femenina del cine mudo cuando Steichen hace esta fotografía en 1923, poco antes de empezar su relación con Vanity Fair.

Steichen cubre a Swanson con un encaje que enseña los rasgos de la actriz, pero que también la protege. Sabiendo como sabemos ahora que Gloria Swanson abandonó el cine con la llegada del cine sonoro — no tenía la voz acorde con sus papeles — la protección del velo cobra una especial significación.

En esta fotogalería se pueden ver más trabajos de E. Steichen